21 agosto 2009

Ni avaricia ni codicia: ¡Ganancia!. Elementos para el análisis de la pandemia económica


*Carlos Riquelme
Tal y como señalan muchos economistas heterodoxos (marxistas, neo-keynesianos de izquierda, etc) hablar de las crisis económicas desde el marxismo, parece ser un acto de fe: Algo así como un show de magia, donde el mago (teórico marxista), recitando palabras rituales (tasa de ganancia, composición orgánica del capital, etc), distrae a la audiencia para luego sacar – de la nada – el conejo blanco que desde ya hace largo tiempo caracteriza su actuación (causas de la crisis, perspectivas, soluciones).
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En el presente trabajo, trataremos de mostrar (y así, no de demostrar) la razonabilidad y conveniencia del análisis económico marxista; en contraste a las cortinas de humo, espejos y sombreros con doble fondo que se le suelen imputar; tarea que no puede llevarse a cabo sino con dos advertencias previas:

La primera resulta algo obvia: El rescate de las categorías marxistas supone un acto político. Es desde esa perspectiva que partimos, con Mariátegui, confesando nuestra falta de imparcialidad y objetividad. Todos los razonamientos que el lector encontrará en las siguientes páginas están mediados por lo que podríamos llamar grandilocuentemente una “pasión militante”. Lo que no quiere decir, claro está, que ellos estén sujetos a arbitrariedad: Esperamos lograr exponer con prudencia y razonabilidad conclusiones que permitan ampliar el espectro visual del que lee en lo que a las crisis económicas capitalistas se refiere, y particularmente, en lo que toca a la crisis que nos convoca.

La segunda, por su parte, puede parecer excesiva pero es siempre necesaria: El marxismo no es – y no ha sido – un bloque infranqueable de ideas como en algún momento postularon hombres como Althusser. Desde este punto de vista, las explicaciones que ahora siguen nos refieren a una interpretación marxista posible, dentro de un universo multicolor. No es nuestra intención dar por clausurado aquí un debate que ha tenido como exponentes a autores de la talla de Rosa Luxemburgo, Paul Sweezy o Ernest Mandel; sino, todo lo contrario; pretendemos lograr con éste una mera perspectiva de verdaderas batallas ideológicas aún no zanjadas y así dotar de elementos básicos fundamentales para una mirada alternativa de la economía capitalista.

Dicho esto, pues, manos a la obra.

1.- La Ganancia: Fin y fundamento del Capitalismo.

En términos generales, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la forma de funcionamiento del capitalismo no es un secreto para nadie. Está claro que el gran motor de la maquinaria capitalista funciona a base de ganancias. Junto a ello, podemos afirmar también, que la salud de las empresas – y del sistema capitalista en su conjunto - se mide de acuerdo a sus ganancias y más específicamente, a su rentabilidad.

Para no hablar solo entre marxistas, le daremos la palabra a Don Walter Williams, connotado economista afroamericano conservador. Este, a propósito de las ganancias señala que:

“Puesto sencillamente, las utilidades son un precio, así como los sueldos, las rentas y los intereses son precios. Las utilidades son los precios pagados como reclamaciones residuales a los empresarios, en su rol de personas que toman el riesgo, que innovan, que toman las decisiones. Así como los trabajadores no proveerán sus servicios sin sueldos, los empresarios no proveerán los suyos sin utilidades”[1].

¿Entonces, qué ocurre cuando las ganancias andan mal? ¿Qué ocurre si estas disminuyen sostenidamente a lo largo del tiempo? Bueno pues, como puede concluirse de las afirmaciones de Williams, los empresarios dejarán de invertir como lo estaban haciendo.

Pero como somos marxistas, pongámonos dramáticos: ¿Qué ocurriría si el capitalismo funcionara así? ¿Y qué tal si las ganancias en el capitalismo están destinadas a disminuir? Para analizar este y otros problemas nos referiremos a la fuente del valor y fuente última de las ganancias, la plusvalía, para seguir y completar inmediatamente el esquema, con la tasa de ganancia y su tendencia a decrecer; causa última - para nosotros - de las crisis capitalistas.

2.- La fuente de las ganancias: La plusvalía.

De acuerdo con Marx, existen dos grandes fuentes de las ganancias: La ganancia en la producción y la ganancia en el comercio. La primera, supone la extracción de plusvalía (P) y; la segunda, supone su “repartición”, y “circulación”. La “plusvalía”, traducción de la voz alemana mehrwert, significa, literalmente, “más valor”. Cabe destacar que, para el marxismo, la expresión “valor” tiene dimensiones mucho más profundas de las que a primera vista podrían presentarse[2].

Para poder producir, el empresario tiene que invertir: Así, acude al mercado para comprar medios de producción (máquinas) e insumos (a los que denominaremos capital constante, representado por C) y para contratar trabajadores por un salario (a los que denominaremos capital variable, representado por V). Todos ellos juegan un papel importante en el modo de producción capitalista, y así en la producción de las mercancías. Sin embargo, resulta que es el de los trabajadores el que resulta ser absolutamente protagónico. Ello, por tres grandes razones:

En primer lugar, podemos ver que las máquinas son también obra de otro obrero y así, en el proceso productivo, no nos encontramos – en principio – más que con trabajo: Trabajo presente y trabajo pasado. En segundo lugar, porque el trabajo de ese otro obrero contenido en los medios de producción se transfiere a la nueva mercancía en el proceso productivo; vale decir, no crea nada nuevo. Finalmente, en tercer lugar, porque es en el trabajo donde reside la producción de plusvalía y de donde derivarían las ganancias en general.

Hemos dicho ya que lo invertido en el salario del trabajador se denomina capital variable y se representa por (V). Éste puede mirarse desde dos puntos de vista: Como expresión monetaria (y decir que son, por ejemplo, $ 200.000) o bien, como la cantidad de bienes y servicios que el trabajador puede adquirir con él (bienes de primera necesidad, bienes de recreación, etc). En dicho contexto, denominaremos (L) a la jornada de trabajo.

Para el análisis marxista, lo que ocurre es que el obrero produce más de lo que se le paga y, precisamente, como se le paga menos de lo que produce es que el capitalista obtiene una ganancia que técnicamente se denomina plusvalía (P) o trabajo excedente[3]. Así, el obrero se “pagará su sueldo” con la producción de unas cuantas horas de la jornada de trabajo. El resto de la producción durante la misma, se la estará “entregando voluntariamente” al empresario. De esta manera, la plusvalía puede graficarse mediante la siguiente fórmula: P = L – V[4].

Así, para cerrar el punto podemos afirmar que la plusvalía, vale decir, el trabajo excedente creado por los trabajadores es – en abstracto – la fuente indirecta de toda ganancia.

3.- Explotación y Tasa de Ganancia.

De acuerdo con numerosas explicaciones marxistas, la batalla por las ganancias se da en dos grandes frentes: El primero, es el productivo; donde desfilan las escuadras de los capitalistas contra las de los trabajadores. El segundo, es el mercado; donde se enfrentan capitalistas contra capitalistas. Para salir victorioso en la batalla, el capitalista hará todo lo posible. Note el lector que cuando decimos todo lo posible, es todo lo posible.

En el primer frente, para engrosar sus ganancias, el capitalista tratará de extraer la mayor cantidad de plusvalía de sus trabajadores. Para medir dicha circunstancia es que Marx propone la tasa de plusvalía o de explotación¸ fórmula que relaciona el trabajo excedente o plusvalía (P) con el salario pagado o trabajo necesario[5] (V) y se expresa: P / V. Como es lógico, si los capitalistas reducen los salarios (es decir V) la proporción entre P/V será mayor – permaneciendo todos los otros factores constantes - y por lo tanto también lo será la explotación. Por otro lado, si se extiende la jornada de trabajo habrá más “trabajo excedente” y por ello más plusvalía, por lo que nos encontraremos nuevamente con más explotación (permaneciendo, también, todos los otros factores constantes) [6]. Además de ello - teniendo el aumento de la explotación en la mira - bien podrían aumentar la productividad y lograr el mismo objetivo.

Sin embargo, los capitalistas encuentran reducida su capacidad de maniobra en el frente productivo. No pueden elevar la explotación aquí a su antojo: Ello, debido a las conquistas sociales de los últimos dos siglos materializadas en la fijación de salarios mínimos y límites a la jornada de trabajo. De acuerdo con Shaikh, es precisamente por eso que “la cartita bajo la manga” de los empresarios para elevar la tasa de la explotación es el del aumento de la productividad (lo que se expresa contundentemente en la mecanización). Sin embargo, agrega este mismo que (…) “según Marx, lo paradójico del capitalismo es que los propios medios por los cuales aumenta la tasa de explotación tienden a reducir la tasa de ganancia. La creciente productividad del trabajo se manifiesta en una rentabilidad decreciente del capital”[7].

¿Cómo ocurre esto? ¿No era la plusvalía la fuente última de las ganancias? Bueno, si lo es, pero entre plusvalía y ganancias existe una relación más o menos compleja que se expresa mediante la Tasa de Ganancia, fórmula que relaciona el total de plusvalía extraída con el total de lo invertido en capital constante y salarios: P /(C + V). Así, esta fórmula se encarga del análisis de la rentabilidad de las inversiones en la producción.

4.- La Tendencia de la Tasa de Ganancia a Decrecer.

Hemos ya analizado el primer frente, el del proceso productivo que tiene a trabajadores y explotadores como fuerzas beligerantes. Sin embargo, dejamos pendiente el segundo, que enfrenta a los capitalistas entre si (el mercado). Éste, viene a completar la definición del capitalismo en tanto hace patente una de sus características insignes: La competencia.

En términos vulgares, si existe algo consustancial al capitalismo es la competencia. No por nada, los “apologistas” del status-quo sueñan con una idílica “competencia perfecta” y no por nada también es que se hacen indispensables en el mundo de hoy afrodisíacos multicolores como la publicidad[8]. Pero como bien sospechará el lector, la publicidad no agota el asunto. Para poder vender, fuera del verdadero bombardeo publicitario del que son “víctimas” los consumidores, el capitalista debe ser capaz también ofrecer un producto barato. Para ello, pues, el capitalista debe también bajar los costos unitarios de sus productos. En dicho contexto, el medio idóneo para el efecto corresponde al aumento de la productividad situado, principalmente, en el aumento de la mecanización en el proceso del trabajo[9].

Éste se mide, de acuerdo a Marx, mediante las denominadas composición orgánica y composición técnica del capital. La segunda, relaciona los medios de producción que se han utilizado (como las máquinas de ensamblaje en las fábricas de automóviles) con el tiempo total que los trabajadores han invertido en el proceso productivo. Así, se expresa como C/L. De esta manera, mientras más se invierte en máquinas y menos en trabajadores, la relación de C/L crece. Es necesario insistir e insistir en este punto: Si aumenta esta relación, significa que se está extrayendo menos plusvalía, puesto que el trabajo es lo único que crea algo nuevo en el proceso productivo.

El economista Anwar Shaikh logra sintetizar de una manera particularmente explicativa el problema que venimos tratando. Por ello, es que le daremos la palabra en las siguientes líneas:

“(…) La tasa de ganancia es P/(C+V). Pero P = L – V, toda vez que el tiempo de trabajo excedente (P) es igual al tiempo que los trabajadores invierten realmente (L) menos el tiempo necesario para reproducirse a sí mismos (V). Por consiguiente, incluso si los trabajadores vivieran de aire (V = 0), el valor máximo que P` – la tasa de plusvalía - podría alcanzar sería Pmáx/C = L/C. En consecuencia, L/C es el techo de la tasa de ganancia, mientras que el piso es, desde luego, cero. Ahora bien, si la creciente composición técnica ciertamente se refleja en una relación creciente C/L – por tanto, en una relación decreciente L/C – entonces la tasa real de ganancia será comprimida progresivamente entre un techo descendente y un piso firme, de modo que tendrá que mostrar una tendencia descendente. Esto es lo que Marx desea señalar cuando define la tendencia de la baja de la tasa de ganancia”[10].

La conclusión anterior es consustancial a las afirmaciones que hemos hecho en las páginas precedentes, y volvemos a insistir: Es el trabajo humano el único factor que en la producción “crea” algo “nuevo”. Así, si la proporción de lo invertido en trabajo se va haciendo menor en comparación a lo invertido en maquinarias, es natural que la extracción de plusvalía y así las ganancias disminuyan proporcionalmente. Lo anterior no significa que disminuya la masa de ganancias; esto es, lo que el empresario recibe al final del proceso productivo. Ello porque la tasa de ganancia es una relación, una proporción.

Sin embargo, algo curioso ocurre: Existen áreas de la economía que tradicionalmente se han caracterizado por una alta composición orgánica del capital, como por ejemplo, la de la industria del acero. En ellas se invierte más en capital constante que en capital variable: ¿No deberían tener una menor tasa de ganancia si dicha proporción se incrementa?

Lo anterior se explica, de acuerdo a un análisis marxista, porque ramas que suelen tener una mayor composición orgánica del capital (y que, por lo tanto extraen menos plusvalía, conteniendo sus productos menos valor, las que denominaremos RAMA I) suelen vender sus productos por encima de sus valores mientras que, ramas de la producción con una menor composición orgánica del capital (que denominaremos RAMA II), suelen vender los productos por debajo ¿Por qué? Solo daremos una de las tantas razones: Porque cualquiera – léase, cualquier capitalista – puede invertir ahí donde la inversión es más barata; pero no cualquiera puede invertir ahí donde esta resulta más onerosa, por no decir, excesiva[11]. De esta forma, nos encontraremos con que las empresas de la RAMA I tendrán una tasa de ganancia real mayor que la tasa de ganancia que les correspondería en virtud de su composición orgánica, en tanto incorporará la plusvalía extraída de los trabajadores de la RAMA II.

El mismo principio se puede encontrar entre productores más mecanizados y menos mecanizados en la competencia dentro de una misma rama. Sin embargo, en dicho caso resulta imprescindible señalar también que si bien la productividad se ha incrementado, el “sacrificio” ha resultado en menos trabajo por más capital no solo para el capitalista individual sino también para la economía en su conjunto. Entonces, si este capitalista “modernizado” logra vender sus productos por encima de su valor a costa de la producción de la de los menos mecanizados, no lo podrá hacer por mucho tiempo. Como la mayoría de las cosas en el capitalismo, la decisión del capitalista no es gratis: Lo que una vez resultó ser su solución ideal termina apuntando hacia el “hundimiento general de la economía”, como bien señala el argentino Eduardo Sartelli, que a reglón seguido indica que: “Como todos los capitalistas hacen lo mismo, la igualación de las condiciones técnicas se produce a la corta o a la larga. Con lo que las transferencias (de plusvalía, entre una misma rama y entre ramas) tienden a disminuir, la tasa a igualarse hacia abajo y a descender. Parece existir aquí una contradicción entre las tendencias individuales y las generales: efectivamente es así y la crisis del capitalismo no consiste en otra cosa que en la actualización de esta contradicción”[12].

Previo a cerrar el punto es necesario dejar en acta algunas ideas. En primer lugar, el hecho de que la tasa de ganancia tienda a decrecer significa que esta desciende a la larga aún cuando en algunos momentos se recupere parcialmente[13]. Fue el mismo Marx quien analizó el rol de “contra – tendencias” que, valga la redundancia, tenderían a morigerar el efecto ya analizado. A una de ellas nos referiremos en el siguiente punto, a propósito del neoliberalismo[14]. En segundo lugar, existe una pregunta natural: Si la mecanización disminuye las ganancias a la larga, entonces: ¿Por qué los capitalistas no la suspenden en su punto óptimo? De acuerdo con Shaikh, está en el corazón de esta pregunta suponer que la mecanización obedece a la elección de los empresarios y no a una necesidad económica[15]. Señala este mismo que “bajo el capitalismo la necesidad de competencia obliga a los capitalistas a escoger la técnica con menor costo unitario, aunque eso implique una tasa de ganancia menor. Quien lo haga primero venderá más que el resto. Entonces, la única “elección” a la que se enfrentarán los demás capitalistas es la de obtener alguna ganancia con menor tasa o no obtener absolutamente ninguna ganancia, porque su producto cuesta demasiado”[16]. Finalmente y en tercer lugar, se hace imperativo hacer presente también que la caída de la tasa de ganancia no se da en una forma rectilínea, sino por medio de un movimiento cíclico[17].

Así las cosas, de acuerdo a una de las interpretaciones marxistas posibles, la causa última de las crisis capitalistas descansa en la Tendencia de la Tasa de Ganancia a decrecer. En este mismo sentido, cabe señalar, por honor a la honestidad (política y académica), que en este análisis muchos autores marxistas han puesto el acento (entre las causas de la crisis y, así mismo, en los tipos de crisis) en la realización de la plusvalía (de las mercancías), y no propiamente en la caída de la Tasa de Ganancia. Sin embargo, para el efecto del análisis que sigue a continuación, daremos el debate por superado y trabajaremos bajo el supuesto de que la causa última si reside en la Tasa Decreciente de Ganancia[18].

5.- ¿Por qué neoliberalismo? Sus consecuencias como contra - tendencia.

SHAIKH ha mostrado convincentemente (con datos empíricos) que el período 1965-1978 (y dentro del cual se sumerge la “neoliberalización”) estuvo marcado por una fuerte caída de la Tasa de Ganancia en las potencias imperialistas. Así, indica que en dicho período la Tasa de Ganancia para Japón cayó en un 33%, mientras que para Estados Unidos en un 30% y para Alemania en un 19%[19]. En este contexto, cabe destacar que consideramos que la tendencia que afectó a las principales potencias imperialistas de la época (y sobretodo, de la hiper potencia) es mostrativa de una situación general de crisis que se expande por el sistema global (en tanto entendemos que el capitalismo es mundial) y que así afectó a Chile y al resto del tercer mundo.

En este hostil contexto nos preguntamos: ¿Qué hizo la burguesía para frenar la caída de la tasa de ganancia esta vez? La respuesta histórica de la clase capitalista fue, para este período, el desarme del denominado “Estado Productivista” por Gabriel Salazar[20].

Es en este momento cuando cabe echar mano de los instrumentos aportados a la discusión por Rosa Luxemburgo. Si bien, sus formulaciones económicas han sido criticadas desde todos los sectores (el bolchevique Bujarin afirmó sin miedo que todas ellas descansaban en un mero “error lógico”[21]) no es menos cierto que nos aportan una perspectiva para explicar el neoliberalismo. Luxemburgo suponía que la acumulación capitalista era imposible en un sistema capitalista cerrado, debiendo incorporar cada vez más economías “no capitalistas” a su órbita. Lo que para ella resultaba la explicación de la crisis actuará para nosotros como elemento de análisis, encontrándonos así con una relativamente nueva contra – tendencia. Por lo tanto, trasladamos la argumentación, de economías pre–capitalistas a esferas no capitalistas de acumulación[22].

Vamos a ver. Antes del neoliberalismo teníamos esferas de la economía que estaban absolutamente vedadas a la acumulación capitalista. Ello, en tanto no funcionaban con una lógica de mercado (no se tenía en miras la ganancia, por ejemplo) sino que bien podrían haber funcionado con una lógica de eficiencia (lo que, claramente, no nos consta). Por lo menos, podemos estar de acuerdo en que funcionaban con alguna idea de justicia distributiva. La salud pública, la educación pública y el sistema previsional en su conjunto se encontraba en esta esfera, la que denominaremos Esfera A.

Por su parte, existía otra esfera de la economía que si estaba sujeta a la acumulación capitalista (funcionaba con la lógica del mercado, con la lógica de la acumulación) con una importante salvedad: Sobre ellas no cabía la acumulación privada. Hablamos en este punto de las empresas estatales tradicionales y de las empresas privadas que en Chile fueron flamantemente incorporadas (ya por programa, ya por presión de los Trabajadores) al Área Social durante la Unidad Popular. Esta esfera la vamos a denominar Esfera B.

De esta manera, encontramos que en la Esfera A[23] no existía Tasa de Ganancia alguna, de manera tal que el desarme de la educación y salud públicas, generó una nueva fuente de acumulación capitalista. Así, la masa de ganancias se vio ensanchada y dio a luz a un sector hasta el momento no afectado por la tendencia y que por ello partía de cero. He ahí una la actuación de una nueva contra-tendencia a nivel global.

Ahora, está claro que en la Esfera B existía Tasa de Ganancia, en tanto existía también acumulación capitalista. Si bien, su incorporación no sirvió para frenar la caída de la Tasa de Ganancia a nivel global, sirvió si para dar un respiro a los capitalistas individuales que veían sus ganancias disminuidas en las otras esferas de sus inversiones. Así, sus efectos se limitaron más o menos, a un nivel local.

Finalmente, se hace necesario destacar la exagerada labor del Imperialismo en el caso chileno. Junto con descubrir nuevas dimensiones de las contra-tendencias echó mano de otras más: Hablamos del Aumento de la intensidad de la explotación y de la Depresión de los salarios más abajo de su valor. Lo anterior mediante la reinstalación de lo que Gabriel Salazar ha denominado “un sistema laboral de tipo peonal en el país”[24].

6.- Una breve contextualización de la crisis financiera.

La exposición de todas las categorías ya comentadas tuvo como fin el explicar la dinámica del capitalismo, sin las cuales, resultaría imposible dar tratamiento a un tema que – como el lector podrá imaginar – supera por mucho a las pocas páginas que en este momento nos han ocupado. Sin embargo, nos interesa en este punto diagramar algunas líneas generales para la comprensión de la actual crisis económica.

De acuerdo con numerosas interpretaciones de la “pandemia” económica, el acento habría que ponerlo en el sistema financiero y así en la irresponsabilidad, avaricia y codicia de los agentes económicos, particularmente, de los bancos. Así las cosas, las soluciones estribarían en una regulación responsable de los mercados, en fuertes desincentivos a la infracción de dichas regulaciones y a la participación – para algunos excepcional y escuálida, para otros algo más permanente y robusta – del Estado en la economía.

Baste con posicionar algunas ideas para estos efectos: Los elementos con los que hemos intentado nutrir el análisis prescinden de argumentos psicológicos al explicar la dinámica de los últimos años y así, del movimiento que domina el capitalismo. Desde esta óptica, el ya archi-conocido problema del crédito, de las hipotecas basura y, en definitiva, de la “burbuja” inmobiliaria explica solo parte del problema. Ello, en tanto que no nos explica por qué determinadas entidades se vieron obligadas a prestar dinero a personas con alto riesgo y; aún más, no nos explica por qué estas personas en dicho período inclusive aumentaron su nivel de riesgo. La pérdida de empleos y la baja de salarios[25] resultan como imprescindibles al momento de analizar esta crisis, y son precisamente ellas las que muchas explicaciones pasan por alto. Éstas últimas se relacionan íntimamente con serios problemas, más de crecimiento que de crédito, problemas tratados de una forma brillante por el economista ALFREDO TORRADO[26] y que desembocan en la puesta del acento en la economía real.

7.- Crisis y oportunidades.

Es por todo ello que estimamos que los antecedentes de la crisis deben buscarse en la economía real, y no solo en ella, sino en el mismo movimiento del capitalismo. Sería caer en espejismos explicar las crisis capitalistas como momentos de excepción en la economía, y no como una de sus partes constituyentes. Los elementos de análisis que hemos subrayado hasta el momento confluyen en insistir que ellas se producirán con o sin intervención del Estado, o con o sin la intervención de la irresponsabilidad de directores de bancos o de empresarios. En términos vulgares, el capitalismo es una forma de hacer las cosas. Todos, tanto burgueses como proletarios, están sujetos a esta misma forma de hacer las cosas y es precisamente ella la que desploma muchas veces la salud, la educación o el empleo. Si bien, todos vivimos en el capitalismo, no todos lo vivimos de igual forma y quienes sufren en primer lugar las consecuencias de las crisis son precisamente quienes no han tenido arte ni parte en su producción; los trabajadores.

Es necesario destacar también que la crisis de rentabilidad está dando pasos agigantados hoy por hoy. De acuerdo con Diario El Mercurio del 13 de Abril de este año, las ganancias de las empresas estadounidenses cayeron entre un 35 y 40% el primer trimestre del presente. Sobre si la crisis ha o no tocado fondo no es algo que nos toca a nosotros analizar en este momento ni menos decidir: Sin embargo, es necesario hacer notar, como hacen muchos autores marxistas, que la crisis de la sociedad capitalista no es solo económica: Es una crisis que comprende todas y cada una de las acepciones que a la expresión “social” se le pueden atribuir (delincuencia, drogadicción, etc); a lo que debemos agregar, por cierto, toda la problemática ecológica que hoy por hoy pareciera ser cada vez más importante. Si los momentos de crisis son momentos de oportunidades, pensemos en que de alguna manera, estas podrían estar de nuestro lado.

Notas.

[1] Williams, Walter: El Rol de las utilidades. http://www.scbbs.com.bo/craigs/Libib/utilidad.html

[2] De acuerdo con Marx, las mercancías pueden intercambiarse porque son útiles y, así mismo, porque son productos del trabajo humano. Es al trabajo humano contenido en ellas al que se denomina “valor”; siendo la cantidad de aquel el que determina la proporción del intercambio de éstas (valor de cambio). Para un resumen del propio Marx sobre la teoría del valor-trabajo véase su notable conferencia: Salario, precio, ganancia que puede encontrarse on-line en: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/65-salar.htm

[3] Cabe destacar que aunque se le pague al trabajador el valor justo de su fuerza de trabajo (considerada como mercancía) de todos modos existirá la explotación. Como toda mercancía, el valor de la fuerza de trabajo se determina por el trabajo socialmente necesario para producirla, que en este caso se identifica con los bienes de subsistencia, recreación, etc; que el obrero puede adquirir mediante su salario. Así, es el rol esencialmente creador del trabajo humano el que pone al descubierto la existencia de la plusvalía.

[4] Las fórmulas que a continuación se exponen se derivan de la fórmula del valor total de las mercancías señalada por Marx. Esta se grafica en la suma del capital constante invertido, más el capital variable invertido, más el trabajo excedente producido (plusvalía) quedando así: Valor Total = C + V + P. De acuerdo a PAUL SWEZZY, esta fórmula corresponde a la “espina dorsal analítica” de la teoría económica de Marx. SWEEZY, Paul. Teoría del desarrollo capitalista. Fondo de Cultura Económica. México. P.76.

[5] Se denomina trabajo necesario en tanto es el trabajo necesario del obrero para reproducirse a sí mismo.

[6] SHAIKH, Anwar. Valor, acumulación y crisis. Ensayos de economía política. Tercer mundo editores. Colombia, 1990. P. 281.Puede encontrarse esta obra en versión digital en la página del profesor http://homepage.newschool.edu/~AShaikh/

[7] Ibíd.

[8] Baste un ejemplo con meros fines ilustrativos: En nuestra región se estima que la inversión en publicidad para el año 2007 ascendió, en Brasil ascendió a los U$ 9300 millones, en México a U$ 4713 millones, y en Argentina a US$ 1616 millones. En La Crisis Internacional pone en jaque la inversión publicitaria. http://www.temas.cl/enero/economia/57.html

[9] La siguiente explicación se basa en las exposiciones de PAUL SWEEZY, ERNEST MANDEL, ANWAR SHAIKH, JACQUES GOUVERNEUR, y de EDUARDO SARTELLI en las obras pertinentemente citadas.

[10] SHAIKH. Op. Cit. P. 283.

[11] Para una explicación notablemente pedagógica del problema véase la obra del argentino Eduardo Sartelli: La Cajita Infeliz. SARTELLI, Eduardo. La Cajita Infeliz. Ediciones RyR. PP. 245 y ss.

[12] Ibíd. PP. 251-252.

[13] El debate aún está abierto en la tradición económica marxista: Existen autores que acusan la existencia de ciclos económicos y ondas de crecimiento o estancamiento. Otros, afirman que más que encontrarnos con ciclos económicos el capitalismo puede mirarse como un capitalismo que envejece (Michael Kidron).

[14] Pueden enumerarse entre estas: El abaratamiento de los elementos del capital constante; ii. El aumento de la intensidad de la explotación; iii. La depresión de los salarios más debajo de su valor; iv. La Sobrepoblación relativa y; v. El Comercio Exterior

[15] SHAIKH. Op. Cit. P. 285.

[16] SHAIKH. Op. Cit. PP. 285-286.

[17] Bien podríamos resumir el esquema del movimiento – siguiendo a MANDEL – como sigue: i. Recuperación económica; ii. Auge y prosperidad; iii. Sobreproducción y depresión y, finalmente; iv. Crisis y depresión. MANDEL, Ernest. Tratado de Economía Marxista. Ediciones Era. Tomo II PP. 323-325.

[18] Entre los autores marxistas que presentan una opinión contraria desfilan tanto ROSA LUXEMBURGO (en su “Acumulación del Capital”), PAUL SWEEZY (en su “Teoría del Desarrollo Capitalista”) y el contemporáneo JACQUES GOUVERNEUR (“Los fundamentos de la economía capitalista”). Es necesario agregar que ANWAR SHAIKH ha criticado severamente las dos primeras posiciones y, en nuestra opinión, con mucho éxito. Véase la obra ya citada. PP. 251 y ss.

[19] Ibíd. P. 398.

[20] SALAZAR, Gabriel. Historia de la acumulación capitalista en Chile. Lom Ediciones. Santiago, 2003.

[21] TESTA, Víctor. El capital imperialista. Ediciones fichas. 1976. P. 10.

[22] Somos deudores en la sistematización de las Esferas a la obra de GOUVERNEUR: “Los fundamentos de la economía capitalista” y de su artículo “Viva el capitalismo”. Ambos pueden encontrarse on-line en http://www.correntroig.org/spip.php?article160

[23] Es necesario señalar que las conclusiones aquí señaladas empalman con el ya viejo problema del trabajo-productivo e improductivo al que, por motivos de espacio, no nos referiremos ahora.

[24] SALAZAR. Op. Cit. P. 155.

[25] Recordemos que una de las formas de “frenar” parcialmente la caída de la tasa de ganancia consistía en aumentar la tasa de plusvalía. Una de dichas formas, corresponde a la de disminuir los salarios de los trabajadores, como ya explicamos oportunamente.

[26] El economista en cuestión sigue la tradición marxista a la cual nosotros somos deudores. TORRADO, Alfredo: Algunos errores sobre la crisis. Revista Rebelión. http://www3.rebelion.org/noticia.php?id=75231

Una explicación también fundada en la economía real, pero alternativa a nuestra propia interpretación es la del economista chileno ORLANDO CAPUTO. Véase la exposición de sus ideas en "La crisis de la economía mundial". Análisis y perspectiva de Orlando Caputo. BELUCHE, Olmedo. En Generación 80. http://www.g80.cl/noticias/entrevistacompleta.php?varbajada=4347


* Carlos Riquelme es Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y miembro del Grupo de Estudios Marxistas (GEM). El trabajo contó con la indispensable ayuda de los también miembros del GEM Mauricio Fuentes y Rodrigo Alfaro. Contacto: grupomarxismo@gmail.com

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